El olor a desinfectante gana al de la laca en esta primera jornada de trabajo donde todavía algunas preparan sus negocios ante la escasez de material desechable de protección, ahora obligatorio para atender a los clientes. Esta primera semana las agendas están repletas de citas, pero la ausencia o aplazamiento de celebraciones les hace temer que 2020 sea un año solo para cubrir gastos.
Daimiel Noticias. – La extraña normalidad que nos va a dejar la pandemia del coronavirus en nuestras vidas tiene su cara más visible en las peluquerías. Desde este lunes pueden abrir sus puertas, pero lo que vamos a encontrar dentro no se parece mucho a lo que dejamos la última vez que estuvimos cortándonos el pelo o dándonos un tinte. Lo comprobamos en Ruiz Stylistas, en la calle Mártires, que ya ha tenido esta mañana sus primeros clientes. La agenda la tiene completa para los próximos 10 días. Todas las citas se conciertan por teléfono. Ese es el primer cambio. Pero lo que cambia de verdad, en base a la regulación establecida por el Gobierno, es lo que va a pasar desde que el cliente entre por la puerta hasta que salga.
Medidas higiénicas que han obligado a la reordenación de los espacios interiores para garantizar las distancias de seguridad entre los clientes, aunque de momento las peluquerías con las que hemos hablado van a optar por atenderles de uno en uno. En esta adaptación es fundamental el material de protección desechable que se exige.
Aquí aparece el primer problema. La demanda de los profesionales supera ahora mismo a la oferta, como apuntaba Luis Ruiz. Debido a esto, varios peluqueros daimieleños se han organizado a través de un grupo de whatsapp para hacer compras conjuntas con las que, además, intentar ahorrar costes, como señalaba Laura Rueda, una de las impulsoras de esta organización.
Su peluquería, situada en plena calle Virgen de las Cruces, retrasará su apertura hasta el próximo lunes 11 de mayo. Ella ha preferido esperar porque ha pintado su salón, “la mejor desinfección general”, y para poco a poco limpiar todos los rincones de un negocio que, literalmente, ahora tienes patas arriba. Su obsesión, como la del resto de profesionales, es que sus clientes, en especial las personas mayores, tengan la confianza de que ir a la peluquería no va a suponer un riesgo para la salud.
Precisamente, un jubilado es el que tenía un sillón de trabajo David Rodríguez, representante de la tercera generación de una familia de peluqueros: los ‘Cinco años o ‘Five years’, como bautizó hace un tiempo su negocio. Él ha vuelto a trabajar este lunes y el ritmo de atención está siendo diferente. Ahora solo habrá un cliente en la peluquería, lo que no quiere decir que el trato sea más personalizado porque para él sus clientes “siempre han sido como amigos y familiares”.
A la entrada ha colocado una especie de felpudo desinfectante, solo hay un sillón habilitado y en la cristalera se puede leer en grande ‘CITA PREVIA’ y el teléfono de contacto. Y tanto el de David como el de Laura o Luis no han dejado de sonar mientras les visitábamos.
Un aluvión que los anima en esta reapertura, pero que no los lleva al optimismo cuando se les pregunta por la repercusión económica de estos casi dos meses sin ingresos. Su temporada alta se ha evaporado. Desde la Semana Santa hasta la famosa 'BBC' (bodas, bautizos y comuniones), que algunas volverán en otoño, pero otras se han aplazado ya al próximo año o sin fecha concreta. “Yo tenía 12 bodas en la agenda, ahora solo tengo tres”, resume Luis Ruiz. Por cada boda, suele haber una media de unos seis clientes. Y seguramente cuando regresen las celebraciones, las familias mirarán con más celo cada euro de gasto.
Por eso, entiende que 2020 será “un año perdido”. Laura también comparte esa visión general, aunque cree que lo importante ahora es que los clientes pierdan el miedo y que también sean conscientes de que los precios tendrán que ajustarse al alza ante la reducción de citas diarias.
A la vez que hacen y piden estos esfuerzos, reclaman que las medidas de apoyo que se han puesto en marcha por el Gobierno central para los autónomos sean más contundentes porque “las cuotas y los gastos fijos se han mantenido, y la caja ha estado vacía”. Y no solo para ellos. También se acuerdan de sus trabajadores que, en el caso de Ruiz Stylistas, están en un ERTE desde la declaración del estado de alarma (14 de marzo) y "hasta el pasado viernes no habían cobrado nada".
Así respiran unas peluquerías que huelen menos a laca y más a esos geles y a la lejía que también han ganado terreno en nuestras casas. Es el olor de la extraña normalidad que, entre lavaderos, peines y tijeras, se abre paso en nuestras vidas.
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