Centenares de daimieleños se reunieron en torno a esta tradición en el barrio de San Juan donde los organizadores, la cofradía de María Desolada, tienen su casa de Hermandad. La noche se brindó para eliminar los malos augurios y pedir por nuevas y anónimas voluntades. La junta local de la Asociación Española Contra el Cáncer participó de esta convocatoria que también tuvo un componente solidario.
Daimiel Noticias. – Desde 2019 el barrio de San Juan no se veía envuelto por daimieleños y daimieleñas dispuestos a decir adiós a malos augurios. En la noche del 23 al 24 de junio y tras dos años de parada obligatoria por el coronavirus, centenares de vecinos de Daimiel asistieron a la tradicional hoguera de San Juan.
Una cita relacionada con las peticiones de amor, salud o economía cuyos deseos sobrevolaron las ascuas, mientras se quemaban hojas de laurel que simbolizaban la eliminación de lo negativo.
La concejal de Festejos, Alicia Loro, fue la encargada de prender la fogata con la ayuda de Javier Prado, presidente de María Desolada, cofradía organizadora que tiene su casa de hermandad en el barrio. La edil correspondió la responsabilidad y deslizó en Radio Daimiel que, entre sus deseos, se encontraba el hecho de anunciar “pronto” unos “deseados conciertos de Feria para Daimiel”.
Siguiendo muy de cerca este momento estuvo el alcalde, Leopoldo Sierra, quien se animó incluso a participar del ritual, acompañado de buena parte de la Corporación.
El primer edil saludó a la hermandad capuchina, incluido su presidente, quien, por su parte, agradeció la implicación de los vecinos del barrio y de todos aquellos que se acercaron hasta allí, así como de la Asociación Española Contra el Cáncer de Daimiel, a la que se destinaron los fondos de la limonada que repartieron los hermanos capuchinos.
Un gesto que la presidenta de la junta local, María Ángel García-Consuegra reconoció al tiempo que aprovechó para anunciar que el servicio de psicología se pondrá en marcha el julio los viernes cada quince días en la sala cedida por el Ayuntamiento de Daimiel para tal fin en la sede de Servicios Sociales.
De esta forma, el Santo, situado entre la casa capuchina y el domicilio de una de las custodias principales durante años, Teresa Gómez Cambronero, pudo visitarse durante toda la velada.
Bajo la atenta mirada del presidente Javier Prado y entre un gran ambiente festivo, éste destacó el regreso de una cita que sólo ha pausado la pandemia y, con la hoguera como testigo, incluyó entre sus deseos que no regrese jamás.
Justo al lado, se encontraba el laurel y el papel necesarios para dirigirse a la hoguera y proceder al ritual entre una gran ambientación a cargo de la charanga “Los que nunca fallan”, de Carrión de Calatrava.
La cita se extendió durante dos horas que transcurrieron entre limonada y pinchos calientes con carácter solidario, en un momento identificado con pañuelos de hierbas dispuestos por la cofradía.
Más de medio centenar se entregaron por un donativo entre las tantas personas que se concentraron en este lugar “con mucha historia”. Prueba de ello es la iglesia visigoda dentro del barrio, convertida en mezquita árabe y que, tras la reconquista, se tornó en una iglesia cristiana hasta la contienda civil española, como explicó Marcelino Ruiz de la Hermosa, colindante del barrio.
La tradición de la hoguera se rescató en 1994 por los propios vecinos registrando “mucha vida” desde entonces. Según sus investigaciones, muchas de ellas testimoniales, en días de San Juan las calles anexas se llenaban de puestos saliendo el Santo en procesión.
Un patrón al que se le identifica como un “buen intermediario de los deseos en esta noche tan mágica”.
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