El paralelismo entre D’Opazo y Gutiérrez-Solana, un análisis de la biblioteca del colegio jesuita y la Casa de la Tercia, principales cuestiones en la sesión del viernes. Las Jornadas bianuales finalizarán la semana que viene analizando los primeros resultados de las últimas campañas arqueológicas en la Motilla del Azuer.
Daimiel Noticias. – Nueva sesión de las Jornadas de Historia en una tarde en la que, pese a lo desapacible por previa lluvia y tormenta, el público asistente completó el limitado aforo del patio interior del museo. Diego Clemente, director del Museo Comarcal, introdujo las sesiones dando la bienvenida a miembros de la Corporación Municipal y público presentes, donde caras conocidas y nuevas se sumaban a la penúltima cita de la edición. En su formato habitual, tres ponentes presentaron sus estudios históricos, revelando con alto grado de detalles parte de la historia de nuestra localidad.
Juan D'Opazo y José Gutiérrez-Solana, un mundo creativo paralelo
Jesús Sánchez-Mantero inició con su investigación sobre las influencias de la “España negra” de Solana en D’Opazo, exponiendo los paralelismos encontrados en sus trabajos. En la ponencia, el historiador local ilustró la analogía en ciertos personajes y motivos pictóricos, como el carnaval o las peregrinaciones al santuario, estampas de atmósferas rurales y lúgubres, oscuras en sus paletas de colores.
Un estudio pictórico, el de las obras de ambos artistas, por el cual Sánchez-Mantero sostiene existen una serie de influencias “muy evidentes e irrefutables” donde Juan D'Opazo “no copia, sino se inspira, trasladando el ideario de la España Negra” y otras que, reconoce, “forman parte del campo de la especulación y la subjetividad”. “Que D’Opazo, con su cultura y sapiencia, conociera la obra de un pintor y escritor de la raigambre de Solana, ante todo redunda en la puesta en valor de la obra del pintor local”, concluyó.
Libros de devoción, conocimiento y formación en La Mancha del Setecientos: análisis de la biblioteca del colegio jesuita de Daimiel (1767).
El segundo ponente, David Martín, mostró los resultados del análisis del inventario de la biblioteca del colegio jesuita de Daimiel, sus peculiaridades y similitudes con el resto de bibliotecas jesuitas de la península en sus autores, temáticas, imprentas o procedencias. “Tratar de encajar lo cualitativo y lo cuantitativo”, apuntaba el investigador, quien para el estudio ha tenido que visitar archivos ubicados en Alcalá de Henares, Madrid o Santiago de Chile, ya que, “por avatares diferentes que ocurren con la documentación jesuita, se encuentran en su archivo nacional“, indicaba.
Su charla se desarrolló en tres puntos: La importancia de las bibliotecas dentro de los colegios y la historia jesuita, su expulsión de la Monarquía Hispánica en 1767, y el inventario, punto principal del que desglosó temáticas tratadas, año, lugar de impresión y autores que aparecían con más frecuencia. Una biblioteca que, “por su dimensión de 600 volúmenes no podría estar en una residencia normal, y que nos confirma que habría un colegio“, cuya ubicación podría situarse en la calle de la Amargura (actual calle José Ruiz de la Hermosa) según el Catastro de la Ensenada, tal y como expuso en las jornadas de 2021.
En Castilla-La Mancha solo existieron dos colegios jesuitas, en Almagro y Daimiel, “algo que le confiere cierta peculiaridad a una orden que se extendió con tres centenas de colegios a lo largo de sus tres siglos”, destacaba Martín.
La reconstrucción de la Casa de la Tercia de Daimiel
La última de las ponencias llegó de la mano de Jaime García-Carpintero, quien hizo una aproximación a la Casa de la Tercia, un edificio que la Orden de Calatrava poseía en Daimiel y cuya función era el almacenaje del vino. Partiendo de los primeros datos del siglo XV, habló sobre la mesa maestral, institución que daba sentido a la casa, así como del edificio, su ubicación y características. García-Carpintero la situó en la actual esquina entre la calle Gregorio Molinero y Obispo Quesada, muy cerca de la actual Travesía de la Tercias, reminiscencia de aquella época.
El motivo de su estudio es recuperar para la memoria colectiva unas edificaciones “importantes en su momento, de las que no quedan huella material porque desaparecieron, pero tampoco queda huella histórica”, considera. En su trabajo rescata elementos patrimoniales de la orden de Calatrava en nuestra ciudad, algo “que quizás frente a otras poblaciones del mismo territorio no tenemos la misma conciencia y vinculación con una institución clave para la historia de Daimiel”, zanjó.
Tras el turno de preguntas concluían las penúltimas jornadas de Historia con la vista puesta en su sesión final del viernes próximo. Para entonces se acometerán asuntos relacionados con el Molino de Molemocho, los antecedentes de “una casa llena de vida”, la que ahora aloja al Museo Comarcal, y los esperados resultados de las últimas campañas arqueológicas en la Motilla del Azuer.
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