Los grupos burbuja que se crearon en la reapertura de marzo no habían coincidido hasta hoy en las instalaciones. Un sistema y unas medidas que, como destacaba la concejala de Servicios Sociales, Alicia Loro, han funcionado a la perfección. La directora del centro, Ángela Doménech, destacaba que el confinamiento hizo mella en los usuarios, pero este reencuentro y el trabajo realizado durante los últimos meses ha acelerado su recuperación intelectual.
Daimiel Noticias.– El Centro Azuer ha despedido el curso con una pequeña jornada de convivencia. Sus usuarios han vuelto a verse después de meses sin hacerlo. Algunos sí han tenido la oportunidad de relacionarse en los grupos burbuja que se crearon a raíz de la reapertura del centro en marzo, pero estos grupos, que se han respetado durante el aperitivo, no habían coincidido hasta este miércoles en las instalaciones.
Un sistema y unas medidas que, como destacaba la concejala de Servicios Sociales, Alicia Loro, han funcionado a la perfección y que mostraron su efectividad ya que el único positivo detectado en estos meses se quedó en ese único caso. Por ello, y pese a la incertidumbre inicial del regreso, Loro hacía un balance positivo de este “atípico curso” por el que daba la enhorabuena a los profesionales del Azuer y a las familias que han confiado en los protocolos desarrollados por el centro.
La concejala ha puesto como otro ejemplo más de esas buenas prácticas la fiesta de este miércoles que, cree, va a ayudar a que las familias más reticentes se animen en septiembre a traer de nuevo a los usuarios que han preferido seguir en casa, aunque el centro retomase esta presencialidad condicionada. “El centro está vivo cuando está completo y estoy segura de que, a pesar de que tengamos que seguir con estas medidas, pronto estarán todos por aquí”, reflexionaba.
La directora del centro, Angela Doménech, destacaba que, desde el primer día que la normativa sanitaria lo permitió, el Azuer abrió de nuevo sus puertas porque sabían la importancia de recuperar ese contacto y ese trabajo más directo, que se mantuvo a distancia durante casi el primer año de pandemia.
“Mucha ilusión y también mucho esfuerzo” que está teniendo sus frutos. Los usuarios, explicaba, todavía no han recuperado lo perdido en los meses de confinamiento, sobre todo, en lo referente a movilidad. Sin embargo, “intelectualmente han ganado en muy poco tiempo más de lo que pensábamos”, destacaba Doménech.
A ello han contribuido proyectos como las casitas para pájaros que se han colocado en el parque de San Isidro o el grafiti que prepararon con la ayuda de Laborvalía, además del trabajo terapéutico que se realiza diariamente.
Las vacaciones llegarán el viernes, aunque el próximo curso ya está en la cabeza de todos. En la de los profesionales con nuevas iniciativas relacionadas con el reciclaje. Y también en la de sus usuarios y familias que saben de la importancia del centro Azuer para regresar a la antigua normalidad.
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